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La historia de Ruidotronics comienza con el taller de ruido Klang!... no, antes!

 

Ok. Cuando tuve un MiniMoog... antes, antes!

 

Bueno. A fines de los '80 estudié en un colegio industrial. Había ingresado tentada por la química pero, mientras cursaba, mi interés se decantó hacia la música, y pensé que la electrónica me iba a servir para entender el mundo del sonido, de la amplificación, de la grabación y de tantos otros procesos que intervienen en la generación, grabación y reproducción de la música. Me acuerdo de que había un "generador de ondas", que servía para probar los circuitos que armábamos, y cuando lo amplificábamos... ah, era muy divertido, pasar desde los dulces silbidos de las ondas sinusoidales hasta el poc poc de las ondas cuadradas a baja frecuencia, pasando por triangulares, dientes de sierra, etc.

 

A comienzos de los '90 trabajé poco tiempo en una casa de venta de instrumentos musicales. Tuve un flash de amor a primera vista con un viejo MiniMoog que estaba a la venta y, beneficios de empleado, me lo llevé cambiándolo por mi batería Nucifor y los platillos Paiste.

 

Con mi MiniMoog siempre tuve una relación en la que solía tratarlo más que como un instrumento musical tradicional, como a una especie de animalito chillón y caprichoso, con personalidad propia.

 

Fue y vino, lo presté algunas veces (por ejemplo, a Leo García) y finalmente, entrando a los 2000, tuve que venderlo. Lo vendí bien, a buen precio, pero en ese mismo momento ya me estaba arrepintiendo.

 

En 2009, todavía arrepentida de haberlo vendido, recibo un mail que me avisaba del comienzo de un curso, un "taller de ruido" que invitaba a participar a gente "con poco o nada de conocimientos de electrónica" y cuyo objetivo final era armar un objeto electrónico que generara sonidos.

 

Para mí, era ideal, ya que desde comienzos de los '90 yo había prácticamente abandonado la electrónica, interesada por otras cosas, y me había olvidado de la mayoría de lo que había estudiado.

 

Así fue que, durante unos martes de invierno, bajo la supervisión de Jorge Crowe, los alumnos nos juntábamos en una casa de Almagro para experimentar y tratar de armar un circuito capaz de generar ruidos. A partir de la premisa básica de poner a oscilar un integrado 40106, cada uno fue encontrando combinaciones de componentes y conexiones diferentes. También fueron diferentes los "gabinetes" en los que finalmente armamos nuestros "instrumentos", desde una caja de acrílico hasta... un globo terráqueo!

 

Yo encontré un lindo baúl con aspecto antiguo en un "todo por dos pesos" (donde ya no hay nada por dos pesos) que iba bárbaro para esa estética llamada "steampunk", donde se combinan elementos modernos con maquinarias antiguas o hasta orgánicas (por ejemplo, los juegos Myst o Cogs) y así, con el que llamé "Cinthy" y la versión de I'll Follow The Sun de Eduardo Criscuolo (músico endoser) nació Ruidotronics. Y después llegó "Eddieson". Y ahora hay otro, el "Mauchillón". Y seguirá...

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