Recién escucho el teléfono, atiendo, eras vos invitándome a ir a verte a capital porque mañana ya partís rumbo a Chile y quizá pase mucho tiempo hasta que nos volvamos a ver. Como una estúpida estoy ligada a ciertas personas y cosas y no puedo ir. Realmente te confieso que tenía miedo de que me llames. Colgué y me… Read more

Recién escucho el teléfono, atiendo, eras vos invitándome a ir a verte a capital porque mañana ya partís rumbo a Chile y quizá pase mucho tiempo hasta que nos volvamos a ver. Como una estúpida estoy ligada a ciertas personas y cosas y no puedo ir. Realmente te confieso que tenía miedo de que me llames. Colgué y me puse a llorar, algo que no esperaba. Igualmente entendí porque reaccioné así. Yo debería estar allá, con vos, disfrutándote. Nunca me había pasado de llorar por alguien que apenas conocía, pero esto va más allá del tiempo y la distancia. Fue el vivo hecho de que siempre despertaste mucho en mí, en un principio desde el hermoso lenguaje de tus fotos (aunque vos no lo creíste cuando te lo confesé), más tarde cuando la ventana nunca paraba de titilar y ayer cuando me dejaste redescubrirte como persona. Realmente sos hermoso Dani, voy a llevar tu presencia siempre conmigo, porque quiero, porque lo necesito. Y nunca voy a dejar de agradecerte que me hayas dejado verte (desde acá y desde allá), recorrerte y vivirte. Gracias. Siento que a pesar de los km. compartimos un mismo mundo. Sólo me queda confesarte que para mí con vos no hay despedidas, sino que desde hoy 24 de Febrero del 2008 comienza el recorrido de un viaje interminable, por eso te digo Hasta siempre. Te quiero muchísimo una y mil veces siempre Dani. Y recordá que desde el primer día me enamoré de la mirada del incomprendido.