Me gusta el ojo fotográfico de Mariano. Sus fotografías tienen algo esencialmente atractivo, tanto en lo superficialmente visual como en la temática y los conceptos que subyacen bajo sus imágenes encuadradas. Su colección de fotografías es una constante sucesión de melancolía y optimismo, de verdad y subjetividad, como… Read more

Me gusta el ojo fotográfico de Mariano. Sus fotografías tienen algo esencialmente atractivo, tanto en lo superficialmente visual como en la temática y los conceptos que subyacen bajo sus imágenes encuadradas. Su colección de fotografías es una constante sucesión de melancolía y optimismo, de verdad y subjetividad, como lo son también (por poner un par de ejemplos) las imágenes de Luigi Ghirri o cualquier canción de Miles Davis. Yo miro (y veo) las fotografías de Mariano y, emocionalmente, tengo la sensación de que me estoy sumergiendo en otra época, tal vez hasta finales del siglo pasado, o incluso más lejos, como si uno viajará en el tiempo pero sin moverse del presente, sólo que sucede que la diversidad de espacios cambian la gramática de los calendarios cuando uno los muestra a otro que mira, y entre uno y otro, hay la distancia de lo geográfico y lo cultural. En palabras del propio Mariano, “yo fotografío la vida de acá, del sur del mundo, y es más parecida a cómo somos, ni perfectos ni robots, más bien algo desprolijos y desordenados”. Y, por eso, tienen tanto sentido encuadrar en una imagen fotográfica teteras, ratas muertas, coches viejos, mantas que cubren personas, zapatos tirados por la calle, ventiladores, trofeos, paseantes y el adoquinado de los casas. Visualmente, me fascinan los tonos vivos, llenos de saturación, de rojo y luminoso atardecer; esos colores que sólo pueden lograrse (o, al menos, obtenerlos de manera que sea una consecuencia lógica y no una imposición virtual) utilizando cámaras analógicas, “viejas” lentes y películas baratas (como Mariano me ha confesado). En definitiva, las fotografías de Mariano son una delicia, un verdadero y homogéneo discurso visual, casi un viaje atrás en el tiempo, algo que, en definitiva, merece la pena ser mirado visto (y visto).