Al igual que “la palabra”, “la imagen” tiene una fuerza indescriptible; logra transportar, emocionar; nos convierte en partícipes y testigos.

Creo que en éstos campos, los de la palabra y de la imagen, las personas tienen la posibilidad de potenciar su verdadera condición de seres sociales, políticos; no sólo en una dimensión general, sino también a una escala íntima y personalista.

Y es precisamente en los espacios más interiores, donde cada persona deja de manera implícita y expuesta a los demás, el complejo mundo de realidades y ficciones en que vive; también, las complicadas y muchas veces inconexas redes existentes entre los diferentes seres que le habitan.