Desde pequeño me atrajo la fotografía, pero no es hasta hace 10 años que pude tener mi propia cámara. Una Nikon analógica. Después tuve cuatro digitales. Siempre llevo una cámara a donde vaya, me es igual subir al volcán Cotopaxi a 5 200 metros de altura, o al cráter del volcán Quilotoa a a unos 3 814 m. La cámara se viene conmigo. No importa llegar más tarde, subir con falta de oxígeno, ... Lo que importa es llevarme un pedacito del alma de lo que me ha gustado o de lo que he disfrutado un instante, para poderlo disfrutar muchas más veces después y para que otros lo puedan disfrutar igual que yo.

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