Lo mío es el oído, aunque comiezo a estar un poco sordo. De la vista siempre he presumido como lo mejor que me quedaba, y el pretérito es perfecto. Sin olvidar mi soberbia nostalgia por los sinsabores y tribulaciones de la Era Analógica, aquí estoy, porque he venido. Me gustaría aprender.

 

Aquí no hay nada como ponerte a mirar para quedarte alelado y el gusanillo sigue teniendo las mismas alas de siempre. Así que, con más paciencia que sentido del ridículo, me quedaré por aquí. A ver si consigo alcanzar algo de lo que las nuevas tecnologías pueden hacer por un ojo poco espabilado.

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