Diría sin duda que lo primero que espero de mis fotografías es que resulten estéticamente atractivas. Aunque no descarte que en algún caso pueda moverme la intención documental creo que, incluso en esos casos, la condición estética es irrenunciable. Al servicio de esta condición están muchos de los factores de la fotografía, quizás el que más valore de ellos sea el encuadre, le doy infinitas vueltas durante el procesado hasta que un encuadre concreto me dice algo, no sé qué, funciona por instinto pero de pronto la foto parece adquirir una fuerza y un equilibrio que no tenían otros encuadres y entonces sé que está acabada. Otras se me resisten y las dejo reposar porque sé que ahí hay una foto que me gustará. Tiempo después vuelvo sobre ella y la encuentro, otras se siguen resistiendo y siguen a la espera. También están el color, la textura, el contraste… y el motivo. Al motivo lo que le pido es que contenga un poquito de poesía.

 

Por otro lado, recuerdo que Miquel Barceló afirmaba en una entrevista que la gente de Mali, donde vivía entonces, ignoro si lo sigue haciendo, no era capaz de ver lo representado en una fotografía, ven las manchas pero son incapaces de interpretarlas. Añadía que no ocurría lo mismo con sus cuadros, que nada más mostrárselos, enseguida identificaban el mercado, la escuela, la plaza… Y contaba una anécdota: en cierta ocasión necesitaba una foto de carnet para un documento así es que acudió a una máquina fotomatón. Cuando llegó observó que había una mujer esperando a que sus fotografías salieran de la máquina. Él entró en la cabina, introdujo las monedas, se hizo la foto y cuando salió la mujer seguía esperando. Cuando la máquina soltó las fotos, las de él, la mujer se apropió de ellas diciendo que eran las suyas. No le sirvió a Barceló insistirle en que eran suyas, que era él quien aparecía en la foto, que mirara la foto; la mujer se fue con ellas. Así es que, terminaba, esa mujer debe andar por ahí con mi foto en su carnet de identidad.

 

Esta experiencia de no ser capaces de descifrar una foto no es algo extraño sino algo que a todos nos ocurre con cierta frecuencia, hay veces que durante unos segundos no conseguimos ver la fotografía, le damos vueltas hasta que por fin, de repente, se hace la luz y se revela su contenido, ahora todo encaja. Ese tiempo durante el que no vemos nada identificable en la foto es un poco mágico, parece que una vez que el motivo de la fotografía se nos hace visible ésta pierde un poco de encanto. Muchas veces persigo en mis fotografías esos instantes de magia.

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