Mi amor es de colores, de sabores, viene en diferentes tamaños y texturas, a veces es duro, a veces es cruel, otras veces no quiere existir y se esconde en cualquier rincón… Otras veces se entretiene viajando, de continente en continente, fugaz y eterno.

Mi amor no se limita, no se deja engañar, está armado y es terco, se cree carpintero y hada madrina, a todo le ve arreglo, no se queja ni se cansa.

El amor es una pila, energía suprema para movernos, es mi única certeza sobre él (lo demás son absurdas suposiciones producto de mi tiempo libre y del arcoíris que habita mi cabeza).

Cuando pienso en el amor, recuerdo un comercial de no sé qué marca de comida para bebés que decía: "el amor está en todo, hasta en la sopa".. A veces no sé exactamente qué es, ni dónde está, ni si puedo tocarlo o cómo expresarlo; sólo sé que está, lo respiro, lo siento, le sonrío.

Y si el amor de algo vale, y si me muero mañana, que les quede mi amor, por ustedes, por la vida, por las ganas, por el iris, por los andenes, por la adicción líquida y la felicidad de sabores…

Y si el amor de algo sirve, que sirva para abrazarlos cuando haga falta, para reírse cuando algún recuerdo haga colisionar el pasado en que estuve con el presente sin mí.

Y si el amor sabe a algo, que tenga el dulce de las lágrimas de alegría, lo amargo de las tardes de limón cuestionando el mundo y la suavidad de la saliva en los labios del beso nunca olvidado.

Y si mañana me muero que les quede algo, cualquier cosa, este escrito en una hoja arrugada en mi escritorio o un sueño incoherente en el que siga viva.

Y si mañana me muero y mi amor ha causado algún efecto, naceré de nuevo en cada atardecer para morir cuando el sol esté calentando las nubes acolchadas, y caeré volando desde alguna de ellas, en una lluvia ocasional que me hará volver a saludarlos.

Pero ojalá no me muera mañana.