Back to photostream

Interior de la Sainte Chapelle

La imagen nos muestra el interior de un edificio. Se trata de una construcción de regulares dimensiones, bien que el constructor ha conseguido crear una apariencia de amplitud, gracias a lo diáfano de la estructura arquitectónica, al impulso ascensional -pues la altura conseguida duplica la anchura del monumento- y a un espacio interior expedito, sin más barreras que un cancel situado en el extremo del edificio. Destacar que este monumento ha sido decorado con profusión.

 

Los materiales empleados son la piedra y el vidrio. Por analogía con otras obras de esta clase, se supone que se ha empleado piedra de cantería, probablemente caliza, bien que la lujosa policromía impide determinar la naturaleza de este material con entera certeza. Igualmente, el baldaquino y el cancel que cierra el ábside han sido dorados y no se pueden precisar sus componentes. Debe tratarse de madera, aunque no deben descartarse el bronce o la piedra.

 

Respecto a los elementos sustentantes, el muro se reduce a un basamento decorado con arquerías ciegas. El resto –el nivel superior- está en su mayor parte ocupado por vidrieras, de tal forma que sólo está realizado en piedra los maineles o parteluces de las vidrieras y los pilares en los que se apoyan las cubiertas. Estos pilares son compuestos, esto es rodeados de semicolumnas o pilastras. Estos elementos presentan basa en forma de cáliz invertido, fuste liso y capitel de forma cónica, decorado con follaje.

 

Los elementos sustentados son arcos apuntados que sostienen bóvedas de crucería simple, también conocida como cuatripartita por estar reforzada por cuatro nervios simples. La bóveda del ábside o cabecera es poligonal, adaptándose a los siete paños o lienzos de muros de esta parte de la construcción.

 

Como el edificio es de nave única, estas bóvedas deben descansar sobre contrafuertes, sin necesidad de recurrir a arbotantes o arcos de descarga. Estos estribos se disponen en el exterior de la construcción, detrás de los pilares. También hay que suponer que por encima de las bóvedas se dispone un armazón de madera forrado por un recubrimiento de plomo.

 

En este monumento predomina de forma abrumadora, el vano sobre el muro. Como el peso de la bóveda se concentra en los pilares y los contrafuertes, el resto de las paredes no desempeña ninguna función constructiva y se ha sustituido por vidrieras. Así queda visible la estructura arquitectónica, el esqueleto del edificio.

 

Los ventanales de la nave están divididos por cuatro ojivas, encima de las cuales hay un rosetón de seis lóbulos y dos de cuatro lóbulos (cuatrilóbulos). Los del ábside sólo tienen dos ojivas y tres trilóbulos (elemento en forma de trébol). La tracería de estos vitrales es de piedra. Señalar que todos los ventanales del edificio rematan en arcos apuntados.

 

Como queda dicho, este edificio presenta una abundante decoración. De hecho sus muros y sus bóvedas se encuentran totalmente policromados con líneas en zig-zag y otros motivos geométricos. También se emplean emblemas heráldicos (castillos y flores de lises). Las vidrieras son polícromas, con decoración figurativa, organizada en medallones.

 

La ornamentación se complementa con las arquerías ciegas del basamento y una serie de estatuas de tamaño superior al natural adosadas a las columnas. Estas figuras se hallan cobijadas bajo doseles y deben representar a santos.

 

El edificio transmite una impresión de ligereza, pues las bóvedas parecen sostenerse sin necesidad de apoyos. Los responsables de la obra han conseguido crear un espacio diáfano y luminoso, marcado por el impulso ascensional. La ornamentación, se integra perfectamente en el conjunto aportando suntuosidad.

 

Respecto al estilo, este monumento debe ser clasificado dentro del arte gótico, por el empleo de arcos apuntados, bóveda de crucería, ábside poligonal y la importancia concedida a la vidriera. Se puede datar en la fase de plenitud del estilo –denominado gótico clásico o gótico radiante- por el uso de bóvedas cuatripartitas simples, por las vidrieras ornamentadas con medallones y por la simplicidad de los motivos de la tracería. Esta etapa se desarrolla en el siglo XIII y en la primera mitad del XIV.

 

Pasando a la identificación, esta obra es la Capilla real de la Île de la Cité de Paris, conocida universalmente como «la Sainte-Chapelle», construida entre el 1242 y 1248 por orden de San Luis, Rey de Francia. Este monarca deseaba albergar dignamente la corona de espinas y otras reliquias de la Pasión de Cristo, adquiridas a Balduino II, emperador latino de Oriente, de tal forma que esta capilla viene a ser un relicario de grandes dimensiones. Este templo consta de dos plantas, apareciendo en la imagen el superior conocido como «capilla alta».

 

La autoría de esta obra es discutida. Tradicionalmente se ha atribuido a Pierre de Montreuil, maestro cantero que trabajó en las abadías de Saint-Dennis y Saint-Germain-des-Prés y en la catedral de Paris. Algunos autores la creen obra de Tomás de Cormont, maestro de la catedral de Amiens, pero otros especialistas la atribuyen a otros arquitectos de la época como Jean de Chelles, uno de los maestros de la catedral de Paris, o Robert de Luzarches, iniciador de la catedral de Amiens.

 

Para situar el monumento en su contexto histórico, social, político y religioso señalemos que el arte gótico surge en Francia en la segunda mitad del siglo XII, como evolución del románico. La distribución geográfica de este estilo es muy amplia, extendiéndose por toda Europa, con la excepción de los Balcanes. Las cruzadas llevaron este estilo a la isla de Chipre. Por otra parte, la expansión colonial de españoles y portugueses extenderán este estilo por Canarias y algunos territorios de África o América que se colonizan a finales del XV y principios del XVI.

 

La cronología de este estilo abarca, pues, desde la segunda mitad del siglo XII hasta la primera del XVI, época en el que va a ser lentamente reemplazado por el renacimiento por el renacimiento. Este cambio ya se había realizado con una centuria de adelanto en los estados italianos. En la península ibérica el gótico convive con el arte nazarí (desarrollado en el reino de Granada) y con el mudéjar, que más que un estilo es una fusión entre el arte gótico y el musulmán.

 

El mundo del gótico se caracterizaba por una economía ruralizada, bien que las ciudades o burgos fueron adquiriendo cada vez una mayor importancia. En las urbes se concentraba la artesanía y el comercio. Esta es una etapa de expansión económica centrada en las ferias y en el auge de las rutas comerciales, bien que entre los siglos XIV y XV se vivió una importante crisis demográfica, económica y social,

 

La sociedad estaba configurada en estamentos o grupos sociales a los que se accedía por nacimiento, salvo el clero. Los privilegiados eran la nobleza y el clero y los no privilegiados (villanos) eran un grupo muy heterogéneo (burgueses, artesanos y campesinos). Los burgueses y comerciantes adquirieron en esta época una importancia creciente.

 

El régimen político imperante era la monarquía hereditaria. Las luchas entre los nobles y los monarcas acabarán con la recuperación de la autoridad real, ya que la burguesía apoyaba al rey rey en sus conflictos con la aristocracia.

 

Respecto a la religión, en este período el Occidente Europeo sigue las enseñanzas de la Iglesia Católica Romana. La Iglesia ayudaba al rey en el gobierno y la administración, controlaba la educación, la cultura y la producción artística. Por lo demás al administrar los sacramentos, su influencia se dejaba sentir con fuerza en la vida privada. En esta época, el resurgimiento de la vida urbana promueve la construcción de catedrales y el auge de las órdenes mendicantes, especialmente los franciscanos y los dominicos. Con todo, la iglesia católica pierde en la crisis del siglo XIV parte de su prestigio, principalmente por el Cisma de Occidente.

 

Socialmente, a los arquitectos, al igual que a los escultores o a los pintores, no se les guardaba ninguna valoración especial, y se les consideraba simples artesanos. Por esta circunstancia se organizaban en gremios incluyéndose los arquitectos entre los canteros y albañiles. La producción artística era considerada como un mero trabajo mecánico y manual, en el que sólo importaba la destreza, a diferencia de las artes liberales (la Gramática, la Retórica, la Dialéctica, la Aritmética, la Geometría, la Música y la Astronomía) en las que se hacía precisa la aplicación del intelecto. Con todo, algunos artistas alcanzaron la celebridad, especialmente a finales de la Edad Media. A diferencia de los maestros del románico, a los arquitectos de las catedrales góticas no se les exigía habilidad en la escultura, bien que se esperaba de ellos el que fueran capaces de suministrar diseños a escultores y pintores.

 

La Sainte-Chapelle debe contemplarse como una muestra de la importancia de la fe en la Edad Media, pero no podemos olvidarnos que también glorifica el poder de los reyes de Francia. De hecho el apogeo del gótico es también la época de la consolidación de las monarquías. San Luis y su primo San Fernando, rey de Castilla, fueron ensalzados por los cronistas por vida devota, sus empresas contra el Islam y por el patrocinio de la construcción de catedrales, pero no es menos cierto que realizaron notables esfuerzos para fortalecer su autoridad, sofocando rebeliones nobiliarias o realizando profundas reformas en las leyes y en las instituciones.

 

Así este edificio manifiesta, antes que nada, la ardiente devoción de los monarcas franceses, pero también revela su poder al adquirir unas reliquias preciadas y construir en un plazo breve una capilla de atrevido diseño y lujosa ornamentación. Esta ambivalencia entre la fe y el poder, este uso de la religión como parte de un programa de renovación política puede parecer contradictorio en nuestro tiempo pero fue usual en otras épocas. Recordemos a Pericles, Augusto, Constantino, Justiniano, Abderramán I, Carlomagno, Carlos V, Felipe II… personajes todos ellos que no veían fronteras entre emplear la religión como instrumento político y practicar, al mismo tiempo, una sincera entrega a sus creencias.

 

Las capillas palatinas son el ejemplo más depurado de esta combinación entre la devoción y autoridad. Como precedentes de esta obras singulares se ha señalado las capillas (a veces verdaderas iglesias) erigidas en las villas tardorromanas. A veces estas capillas ocupaban el lugar del «oecus» o comedor, estancia de dimensiones regulares y rematada por una exedra.

 

No obstante, las primeras muestras conocidas de esta tipología son templos de planta centralizada. La más antigua de ellos parece ser la iglesia de San Vital de Rávena, templo construido para los exarcas de Rávena, una especie de virreyes bizantinos, que llegaron a contar con corte propia. Resulta significativo que San Vital cuente con mosaicos de tema profano (por no decir político) y que, en lo arquitectónico se asemeje a una edificación palatina, más o menos coetáneas el crisotricilino o sala de audiencias del Gran Palacio o Palacio Imperial de Constantinopla, hoy destruido.

 

Fuera de este crisotriclinio (que aunque tenía un uso profano estaba decorado con mosaicos de temática religiosa) en el mundo bizantino no se encuentran iglesias que pudieran compararse con San Vital. En Constantinopla, el Patriarcado y el Basileo compartían Santa Sofía, y aunque en el Gran Palacio de esta ciudad existían varias iglesias, ninguna de ellas desempeñaba un papel importante en las ceremonias de la corte bizantina. Una aparente excepción se encuentra en la Nea Ekklesia («iglesia nueva»), que compitió con Santa Sofía en la posesión de reliquias y en el esplendor ceremonial, pero este monumento es posterior en tres siglos al templo de Rávena.

 

En cambio, los lombardos, que se apoderaron de la mayor parte de Italia en el siglo VII, sí que se desarrollaron la tipología de la capilla cortesana. Así erigieron las iglesias de Santa María in Pertica en Pavía (demolida en el siglo XVIII) y Santa Sofía (Santa Sabiduría) de Benevento. Ambas seguían el modelo de San Vital, y así presentaban el anillo interior de columnas y una planta centralizada. No obstante, también marcaron diferencias en lo constructivo. Así el templo de Pavía mostraba un destacado y esbelto cuerpo central, mientras que la iglesia beneventana organizaba sus muros exteriores en un complicado diseño en estrella.

 

Frente a estos diseños, Odón de Metz, arquitecto de Carlomagno escogió un diseño más sencillo para la capilla palatina de Aquisgrán, tan claramente inspirado en San Vital que hay que entenderlo como un «revival» constructivo, muy en consonancia con el proyecto de reconstruir el Imperio de Occidente.

 

El templo de Aquisgrán se construyó a finales del siglo VIII y adquirió tal celebridad que se transformó en la capilla palatina por antonomasia. De hecho el término «capilla» procede de esta obra, pues en este templo se custodiaba, entre otras reliquias, un fragmento de la célebre capa de san Martín, conocida como «capita» o «capella» («capa pequeña»). El terminó acabó por designar al espacio que la albergaban y a las personas que la custodiaban, los capellanes («capellani»).

 

.El templo de Carlomagno era una iglesia que servía, a un tiempo, de oratorio para el monarca y su corte, sagrado contenedor de las reliquias que atesoraba el monarca, digno escenario para coronaciones y otras ceremonias, y, finalmente, mausoleo regio. Por otra parte, al aumentar el número de capellanes o canónigos, éstos necesitaban una sede permanente para realizar sus obligaciones litúrgicas. Tal cúmulo de actividades motivó que el edificio, como San Vital, se construyera con dos niveles, el superior reservado al emperador, su familia y principales dignatarios. Y al igual que la iglesia de Ravena, consta de tribunas, para que los privilegiados pudieran contemplar los oficios y ceremonias con toda comodidad.

 

Esta tipología, tanto en lo arquitectónico como en la concentración de funciones, va a conocer un éxito duradero, bien que se prefirieron los templos basilicales de una o tres naves al modelo circular de Aquisgrán. En cualquier caso, en este edificio se inspiraron la capilla palatina de Palermo, la de la Torre de Londres, la capilla que estudiamos, la del castillo de Vincennes y otras muchas. Recordemos que su influencia llega hasta el siglo XVIII con la capilla del castillo de Versalles y sus respectivas réplicas (Palacio Real de Madrid y Palacio Real de Caserta).

 

En conclusión, la Sainte-Chapelle es un eslabón importante de una tipología constructiva que se inicia en la Alta Edad Media y que va a prolongarse hasta la Ilustración. Y es que las capillas palatinas, con su elocuente demostración de la piedad regia, la exhibición de sus riquezas y la patente separación entre privilegiados y no privilegiados, se convirtió en un símbolo del sistema que la Revolución denominaría despectivamente «Ancien Régime».

 

[La imagen es un escaneo del manual de Historia del Arte de Jesús Palomero Páramo.]

 

22,320 views
3 faves
0 comments
Uploaded on March 10, 2013