Bernardo del Palacio
Margarita.
MARGARITA.
Una cara preciosa, chiquitita
unos ojos azules, como el mar;
la melena más linda y más bonita:
¿Verdad que adivinaste, Margarita
que solo de la tuya puedo hablar?
Exhibe en tu candor tu personita
la música sonora de los vientos
el suave tornasol que resucita
la alegre primavera, Margarita,
la bella pulcritud de sus momentos.
La leve bruma de la tardecita
los rayos puros, que nos dan calor
orlando en bucles esa cabecita
tan pequeña y tan linda, Margarita,
como grande y sublime es su esplendor.
Cuando ríe, es preciosa tu boquita
y parece, al mirarte, que las hadas
fueron todas volando a tu cunita
para darte, querida Margarita,
sus bellezas etéreas, encantadas.
Y si lloras, se plasma en tu carita
la tristeza del lirio de los valles
y una lágrima nítida y chiquita
que se va deslizando, Margarita,
por tus mejillas, sin sonoros ayes.
Eres, nena, un ángel que suspira
un poema, una flor, una esperanza.
Muchos vates quisieran que su lira
vislumbrase tu efigie en lontananza.
Eres promesa, en manos del Destino
eres un beso, de la gran Natura
eres suave remanso del camino
que llevará una vida a la ventura.
Eres el cielo puro, del verano,
eres el fresco oasis del desierto,
eres el sol que alumbra nuestro llano,
la brisa bruja del pinar del puerto.
La bella flor, que nace en primavera,
la grave alondra que al espacio grita
y en el fúlgido verdor de la pradera
eres la mas bella margarita.
Margarita.
MARGARITA.
Una cara preciosa, chiquitita
unos ojos azules, como el mar;
la melena más linda y más bonita:
¿Verdad que adivinaste, Margarita
que solo de la tuya puedo hablar?
Exhibe en tu candor tu personita
la música sonora de los vientos
el suave tornasol que resucita
la alegre primavera, Margarita,
la bella pulcritud de sus momentos.
La leve bruma de la tardecita
los rayos puros, que nos dan calor
orlando en bucles esa cabecita
tan pequeña y tan linda, Margarita,
como grande y sublime es su esplendor.
Cuando ríe, es preciosa tu boquita
y parece, al mirarte, que las hadas
fueron todas volando a tu cunita
para darte, querida Margarita,
sus bellezas etéreas, encantadas.
Y si lloras, se plasma en tu carita
la tristeza del lirio de los valles
y una lágrima nítida y chiquita
que se va deslizando, Margarita,
por tus mejillas, sin sonoros ayes.
Eres, nena, un ángel que suspira
un poema, una flor, una esperanza.
Muchos vates quisieran que su lira
vislumbrase tu efigie en lontananza.
Eres promesa, en manos del Destino
eres un beso, de la gran Natura
eres suave remanso del camino
que llevará una vida a la ventura.
Eres el cielo puro, del verano,
eres el fresco oasis del desierto,
eres el sol que alumbra nuestro llano,
la brisa bruja del pinar del puerto.
La bella flor, que nace en primavera,
la grave alondra que al espacio grita
y en el fúlgido verdor de la pradera
eres la mas bella margarita.